Leyendas Queretanas

LEYENDAS

LA SOMBRA DE MAXIMILIANO
En la época en que Maximiliano fue Emperador de México y después fusilado en el Cerro de las Campanas…

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EL AGUJERO DEL DIABLO
En el Convento de San Francisco, permanecían los jóvenes seminaristas que estudiaban para sacerdotes…

LEYENDAS

LA CASA DEL FALDÓN
En la segunda mitad del siglo XVIII residía en Querétaro Pablo de Tapia, descendiente del fundador de la ciudad…

LEYENDAS

CHUCHO EL ROTO
Astuto joven que aún cuando no nació en Querétaro, fue aquí donde finalmente fue encarcelado…

LEYENDAS

LA CONQUISTA
Cuenta la leyenda, conocida como la Leyenda Dorada, que en el año de 1531 se llevo a cabo la conquista y…

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LA SOMBRA DEL CORREGIDOR
Una noche de 1789, en el Palacio de los Corregidores se llevaba a cabo una de sus conocidas fiestas…

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EL RELOJ DE SIMÓN
Una tarde de verano de 1853, faltarían al Colegio Civil decenas de estudiantes, decididos a olvidarse de…

LEYENDAS

LA GÁRGOLA DE CANTERA
Frente al recién construido templo de San Agustín, 1745, vivía una rica familia, cuya hermosa…

LEYENDAS

EL CALLEJÓN DE GUADALUPE
Una tarde de verano de 1853, faltarían al Colegio Civil decenas de estudiantes, decididos a olvidarse de…

LEYENDAS

NOCHES CON LA HIENA DE QUERÉTARO
Tras el divorcio de mis padres me mudé de Guadalajara a Santiago de Querétaro para continuar con…

MisionBucareli

EL TESORO DE MAXIMILIANO EN BUCARELI
Cuenta una Leyenda en el Pueblo de Bucareli…

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El CERRO DE LA MEDIA LUNA

En este cerro, que forma parte de la cadena montañosa de la Sierra Gorda de Querétaro…

LEYENDAS

EL CALLEJÓN DE GUADALUPE (COPIA)
Una tarde de verano de 1853, faltarían al Colegio Civil decenas de estudiantes, decididos a olvidarse de…

LEYENDAS

NOCHES CON LA HIENA DE QUERÉTARO (COPIA)
Tras el divorcio de mis padres me mudé de Guadalajara a Santiago de Querétaro para continuar con…

La Sombra de Maximiliano

En la época en que Maximiliano fue Emperador de México y después fusilado en el Cerro de las Campanas, estuvo temporalmente prisionero en el Convento de La Santa Cruz. En ese entonces el panteón que tiene la iglesia (ahora panteón de los Personajes Ilustres) se utilizaba para enterrar a la gente de aquella zona y el campo santero que ahí trabajaba se llamaba Simón, su turno empezaba a las 6 de la mañana y terminaba a las 6 de la tarde.

Un día, mientras Simón hacia sus labores, de pronto oyó que alguien lo llamaba -¡shht Simón! – el volteo pero no había nadie y después lo volvió a oír pero a la hora que volteo vio a un espectro, como una sombra y no podía ver su cara. Entonces Simón salio corriendo del panteón hacia su casa y no quiso salir de ahí hasta la mañana siguiente cuando pensó que solo había sido su imaginación ya que estaba cansado ese día.

Cuando dieron las 6:00 de la tarde Simón volvió a oír que lo llamaban y al voltear vio al mismo espectro a lo lejos, su primera intención fue correr, pero sus piernas no le respondían y cada vez que qué lo intentaba, el espectro se acercaba más y más. Cuando estuvo enfrente del camposantero, este automáticamente levantó el brazo, aún sin querer hacerlo y el fenómeno depositó algo en su mano, mientras tanto Simón pudo ver la mano huesuda y sin piel del espectro, pero no pudo verle el rostro, después cerró su mano, empuñando lo que el espectro le dio y cayó desmayado.

Al día siguiente los amigos del camposantero fueron a verlo ya que el cementerio no estaba abierto, cosa que les extrañó pues Simón era muy puntual, después de saltar la reja empezaron a buscarlo y lo encontraron inconsciente sobre el pasto, lo llevaron de inmediato al hospital pero no pudieron abrir su mano que estaba hecha puño. A los tres días Simón volvió en sí y sus amigos no creyeron la historia que les contó, mas cuando le pidieron abrir su mano, Simón les mostró que lo que el espectro le había entregado. Era un Maximiliano, una moneda de oro de 14 kilates de la época del Emperador Maximiliano.

Tiempo después Simón se enteró, que el cuerpo de Maximiliano había estado un corto tiempo en el Templo de la Santa Cruz. La leyenda dice que si vas al panteón del santuario a las doce de la noche, corres el riesgo de toparte con ¡LA SOMBRA DE MAXIMILIANO!

 

El Agujero del Diablo

Hace mucho tiempo, en el Convento de San Francisco, (hoy Museo Regional) permanecían los jóvenes seminaristas que estudiaban para ser sacerdotes, entre ellos había uno que era de los más destacados. Una mañana, cuando fueron todos a misa, este joven sintió que alguien lo miraba, al voltearse vio que era una mujer bellísima y joven, pero como el había decidido entregar su vida a Dios, no podía pensar en ninguna mujer, así que decidió olvidarse de ella y rezar durante toda la tarde, para olvidarla.

Al día siguiente cuando fueron a misa, el muchacho sintió otra vez esa mirada penetrante, se trataba de la misma muchacha, así que, al terminar la misa, fue con su confesor a pedir ayuda, el cual le dijo que se trataba del demonio, que intentaba alejarlo de Dios. Por tal motivo el joven seminarista decidió no ir a misa al día siguiente y quedarse a rezar en su celda. Ya por la tarde sus compañeros decidieron ir a verlo y este les dijo que todo estaba bien, pero en la noche, al estar rezando el muchacho, de pronto oyó ruidos y al voltear a la pared vio la silueta de la muchacha que se desprendía de la pared poco a poco, para después irse convirtiendo en una especie de bestia y hombre mezclados.

El seminarista rezó y rezó y sus compañeros al darse cuenta intentaron abrir la puerta pero se dieron cuenta de que estaba totalmente bloqueada. Entonces todos ellos empezaron a rezar en voz muy alta, hasta que finalmente se dio una tremenda explosión, que impulsó a la bestia a salir por el techo. Gracias a su fe, el demonio había sido derrotado una vez mas y al salir de la celda dejó un enorme agujero en el techo. A ese agujero ahora le llamamos El Agujero Del Diablo.

Esta leyenda le fue narrada a Marisa por la Maestra Irma Tamayo y es una versión condensada de la leyenda «La Celda de Satanás» que le narró Don Germán Patiño al escritor y abogado Don José Guadalupe Ramírez Álvarez y que aparece publicada en la página 41 de su libro «Leyendas de Querétaro».

La Casa del Faldón

En la segunda mitad del siglo XVIII residía en Querétaro Don Pablo de Tapia, descendiente directo del fundador de Querétaro de origen indio, Don Fernando de Tapía. Don Pablo ocupaba entonces el cargo de Alcalde de la ciudad. Por aquel entonces también residía aquí un acaudalado personaje de origen español de nombre Fadrique de Cázares y Puente que ocupaba el cargo de Regidor del Ayuntamiento, que desde luego era de menor rango que el de Tapia.

Cuenta la leyenda que en una elegante procesión bajo palio de Corpus Christie de aquella época, concurrieron los más importantes miembros del Clero, del Ayuntamiento, de la nobleza y personas muy distinguidas de la ciudad. Entre ellos ocupaban un lugar preponderante Don Fadrique el regidor español y Don Pablo el alcalde de origen indio, ambos a cual más elegantemente vestidos.

Ambos personajes, como personas notables, tenían encomendado portar dos de los bastones de soporte del palio utilizado para cubrir el Cuerpo de Cristo que daba motivo a la procesión. Don Fadrique procedió a tomar uno de los bastones y enseguida Don Pablo, que tenía mayor rango, se adelantó y tomo el siguiente. Esta acción le molestó al orgulloso regidor Don Fadrique que enfurecido le dio un tirón a uno de los faldones de la casaca de seda que portaba Don Pablo. El jalón fue tan fuerte que Don Fadrique se quedó con el faldón en su mano, causando tremenda confusión y enojo entre la concurrencia, estando a punto de suspenderse tan notable acontecimiento.

Tras del evento Don Pablo se sintió muy ofendido y emprendió un juicio legal en contra del regidor Don Fadrique, mismo que transcurrió durante varios meses. Cuando la Real Audiencia dictó sentencia concluyó que Don Fadrique debería ser desterrado de la ciudad de Querétaro y además pagar el daño causado en la casaca de Don Pablo y las costas del juicio. Ante tal situación, Don Fadrique se vio obligado a construir una nueva residencia que quedara localizada fuera de los linderos de la ciudad. Como en aquellos días el Río Querétaro (hoy Av. Universidad) determinaba los límites de la ciudad, Don Fadrique construyó su nueva casa en lo que se conocía como «la otra banda», es decir en los terrenos que quedaban del otro lado del río. La construcción, que aún existe frente al Templo de San Sebastián y la calle de Primavera, destacaba entre el conjunto de caseríos ubicados entonces en la zona, por sus rasgos de alta nobleza.

En la esquina de la casa de tres niveles, tiene en lo alto una terraza que le servía a Don Fadrique de mirador, para poder al menos, disfrutar de la vista de la cúpulas de las iglesias y hermosas huertas arboladas, así como de los espléndidos atardeceres primaverales de la ciudad queretana. Don Fadrique vivió en esa casa hasta su muerte, misma que en la actualidad, una vez que fue remodelada, se utiliza para albergar un centro cultural, siendo un espacio ideal para las manifestaciones artísticas. En sus espacios se imparten disciplinas relacionadas con las bellas artes y manualidades.

Esta leyenda fue encontrada en el libro «Así es Querétaro» de Don Manuel M. de la Llata», publicado por Editorial Nevado en 1981.

Chucho El Roto

La leyenda de Jesús Arriaga, alias “Chucho el Roto”, se refiere a un astuto joven que aún cuando no nació en Querétaro, fue en esta ciudad donde finalmente fue detenido y encarcelado. Él nació en Santa Ana Chiautempan, en el estado de Tlaxcala en el año de 1858.

La historia como tantas otras, comenzó cuando a la muerte de su padre se vio obligado a dejar sus estudios y dedicarse a trabajar para mantener a su hermana y a su madre. Dada su preparación, pronto pudo conseguir trabajo en un taller de ebanistería en la Ciudad de México y es allí donde comienza la leyenda.

Un buen día llegó un elegante caballero al taller solicitando los servicios de un ebanista y al día siguiente le encomiendan a Jesús que vaya a una elegante casa que se encontraba en lo que entonces se llamaba Paseo de Bucareli, para que examinara una sillería de talla italiana que pertenecía a dos señoritas de la alta sociedad. Allí conoció a Matilde, quién vivía solamente con su tía Carolina; ambos se enamoraron pero no se casaron en razón de la gran diferencia de clases sociales que tenían, sin embargo ella resulta embarazada y tuvieron una hija. Aunque Matilde lo amaba se sentía avergonzaba de él, por ser humilde y pobre. Cuando su tío, Don Diego de Frizac se entera del embarazo de Matilde, salen hacia Europa y no regresa hasta después de dos años, con una niña llamada Dolores, que decían era adoptada.

Entonces Jesús decidió robarse a quién sabía que era su hija y al estar distraída Matilde, la secuestra y se la lleva a casa de su madre y su hermana. Al verse perseguido huye y devuelve a la niña, pero finalmente es detenido y encarcelado, primero en el Distrito Federal y después trasladado al Fuerte de San Juan de Ulúa en Veracruz, que funcionaba como presidio. Este sitio fue famoso por los terribles tormentos de los que allí cumplían sus penas, como por ejemplo dejarles caer una gota de agua en la cabeza día tras día hasta que acabara por perforarla.

En 1885 Jesús logro escapar del penal escondido en un barril lleno de desperdicios y así dio comienzo su nueva vida de astuto bandido e inmejorable estafador. Sus hazañas comenzaron a conocerse en todas partes y con frecuencia publicadas en los diarios, pero su gran fama se daba más por el hecho de que robaba a los ricos, para ayudar a los pobres.

 El mote de “El Roto” se debía a que para llevar a cabo sus estafas acostumbraba vestir con suma elegancia, al estilo de la gente rica de aquellos tiempos, y que el vulgo bautizó como «rotos» ( elegantes).

A lo largo de casi diez años logró realizar sus fechorías, pero era perseguido por las autoridades las cuales lograron apresarlo en Texcoco y llevarlo a la cárcel de Belén, de donde nuevamente logró fugarse.

 

En aquellos años el que actualmente conocemos como Palacio de la Corregidora, era utilizado como cárcel y suele decirse que allí estuvo preso Jesús Arriaga, mientras llegaban los agentes de la policía capitalina a detenerlo y trasladarlo.

Los agentes llegaron a Querétaro para llevarse a «Chucho el Roto» nuevamente a la prisión de San Juan de Ulúa en Veracruz, de donde se escapa nuevamente, pero en su intento es descubierto y perseguido en una lancha, que lo detuvo mal herido de una pierna y es devuelto al presido. Lupe, la hermana de Jesús, recibe la noticia de que está herido y avisa a Lolita y a Matilde, trasladándose las tres de inmediato para verlo.

Al someterlo a juicio, el coronel Federico Hinojosa, director del penal ordenó: ¡Que le den doscientos latigazos a ese desgraciado! Entonces, con mucho orgullo, Chucho el Roto replicó: No puede ser desgraciado el que roba para aliviar el infortunio de los desventurados …. Y el director ordenó entonces: ¡Denle trescientos! El verdugo cumple la orden. Sin embargo, se dice, que previamente recibió mil doscientos pesos oro de manos de Matilde de Frizac, y que esto ayudó para que Jesús no muriera en el acto, pues el verdugo sabía como golpear.

Llevado a la enfermería del hospital más antiguo de Veracruz «Marqués de Montes”, Matilde estuvo frente a Jesús y con humildad le dio un beso en la frente, a aquel hombre a quién había amado con todo su corazón, él le responde con voz entrecortada que la perdona y extendiéndole su mano, murió.

Se sabe que murió en Veracruz, el 25 de marzo de 1894, contando con treinta y seis años de edad. El cuerpo fue recibido por Matilde, Lupe y Lolita su hija. El féretro fue custodiado por guardias contratados por Matilde y trasladado por ferrocarril a la ciudad de México para que se le diera cristiana sepultura. Hasta hoy nadie sabe donde fue sepultado el cadáver y solamente queda la leyenda de Jesús Arriaga, mejor conocido como “Chucho el Roto”. Mucho se ha escrito sobre este controvertido personaje y su vida fue trasladada a la pantalla cinematográfica y a la televisión.

Se dice que en Querétaro después de un robo muy cuantioso a una joyería, Rómulo Alonso, jefe de la policía queretana, sospecha de un hombre, amigo del dueño del negocio, recién llegado y que no contaba con suficientes referencias, que avalaran su conducta. Al encontrar las joyas hurtadas, enterradas en la cocina del sospechoso, que usaba el nombre de José Vega, comerciante de café, lo detienen. La elegancia y distinción del detenido despierta la suspicacia del jefe de la policía, quién tras de investigar, decide dar aviso a las autoridades de México, por su semejanza con el caso de Jesús Arriaga.

Esta leyenda fue publicada en la Enciclopedia Libre Universal en Español.

La Conquista

Cuenta la leyenda, conocida como la Leyenda Dorada, que en el año de 1531 se llevo a cabo la conquista y la fundación de Querétaro, la cual se consumó por medio de una batalla muy singular.Un indio de raza otomí cuyo origen fue el pueblo de Nopala, cercano a Jilotepec, acabó por convertirse en pieza muy importante para que los conquistadores españoles pudiesen lograr su objetivo.

Conín fue su nombre y como era un excelente comerciante y negociador, viajaba con mucha frecuencia a la zona denominada La Cañada. En ese sitio se asentaban tribus chichimecas que recibían a Conín como un amigo entregándole pieles de animales a cambio de sal y granos.

Para el año de 1529, Conín y un grupo de familias otomíes decidieron asentarse en la comarca cercana a La Cañada y como en ese sitio había muchas peñas le denominaron Queréndaro, que en lenguaje tarasco significa «Lugar donde hay peñas».

Cuando Don Hernán Pérez de Bocanegra regresó de Michoacán, acompañado de un religioso franciscano que tenía la encomienda de catequizar a la región, aprovecharon las dotes diplomáticas de Conín, el cual fue convertido al catolicismo y bautizado con el nombre español de Fernando de Tapia.

Este hombre fue el encargado de convencer a las tribus otomíes de la región de Jilotepec para que se aliarán a Conín y le ayudaran en la complicada tarea de conquistar y catequizar a los pobladores chichimecas de La Cañada.

El ejército conquistador, ahora comandado por Fernando de Tapia el indio Conín, partió de San Juan del Río el 23 de Julio de 1531 y acampó en el Cerro Colorado el cual se encuentra cerca del Valle de Querétaro. Desde ese lugar Fernando de Tapia envió emisarios para que se entrevistaran con el Cacique de los Chichimecas don Juan Bautista Criado.

Al día siguiente regresaron al Campamento los emisarios acompañados por representantes del Cacique Chichimeca. Ya en el Parlamento, se acordó que el sometimiento seria pacífico, pero para demostrar la fuerza de los dos grupos se llevaría a cabo un combate en el cual pelearía el mismo número de hombres, sin armas, cuerpo a cuerpo, usando solamente los brazos, los pies y la boca.

Al amanecer del siguiente día, 25 de Julio de 1531, se le dio principio a la batalla, los dos grupos lucharon durante todo el día y al atardecer aún no había vencedor.

Los españoles al darse cuenta de la superioridad de los Chichimecas y al encontrarse ellos en inferioridad, comenzaron a pedir auxilio invocando a su santo patrono Señor Santiago, en ese momento el cielo oscureció, se eclipsó el sol, salieron las estrellas y apareció en el cielo una cruz, como de cuatro varas de alto, y a su lado el Apóstol Santiago montado en un brioso caballo. Los Chichimecas al darse cuenta de esto se rindieron.

Desde ese momento, la ciudad ha llevado el nombre de la muy noble y leal ciudad de Santiago de Querétaro. En el escudo de armas de la ciudad se observa un óvalo en cuyo centro se ve una cruz, teniendo a su lado al Apóstol Santiago a caballo, y en el cuartel superior, el Sol poniéndose y el cielo cubierto de estrellas.

Querétaro es el nombre que le dieron los españoles al anterior Queréndaro, cuyo significado era «Lugar donde hay peñas»..

Esta leyenda fue publicada en el libro «Así es Querétaro» de Don Manuel M. de la Llata» por Editorial Nevado en 1981.

La Sombra del Corregidor

Una noche de 1789, en el Palacio de los Corregidores se llevaba a cabo una de sus conocidas fiestas nocturnas de sociedad, con muchas y rebuscadas decoraciones, excelentes músicos y un espléndido banquete ofrecido a los selectos invitados.

Entre ellos se encontraba un matrimonio especialmente apreciado, ya que el caballero contaba con grandes logros y méritos, y la dama nunca descuidaba sus deberes sociales, mas, en ese tiempo, se encontraba encinta, por lo cual la pareja hubo de dudar de asistir al sarao. Pero la inasistencia podría dar lugar a dañar sus relaciones con los Corregidores o incluso a una posible enemistad. Así que ambos acordaron en asistir pues a la celebración, teniendo mucho cuidado de evitar cualquier movimiento brusco que pudiese dañar a la dama.

Así pues la fiesta resultó ser todo un éxito y la pareja disfrutó mucho de la reunión. Al término y después de la cena, se disponían a retirarse cuando de pronto la dama comenzó a sentirse débil y acabó dando a luz en medio de otras damas quienes le auxiliaron. Hubo un ambiente de nerviosismo que cambió a júbilo al escucharse el llanto del nuevo ser.

Repuesta la nueva madre al día siguiente, muchas personas regresaron para conocer y desear lo mejor a la familia. Todos estaban seguros de que el niño crecería para ser un gran hombre de bien que distinguiría en el país, y así fue, pues convertido en un adulto llegó a ser el Gral. Manuel Gómez Pedraza, Presidente de la República.

Esta leyenda fue condensada del libro Leyendas Queretanas de Don Guadalupe Rodríguez Álvarez.

El Reloj de Simón

Una tarde de verano de 1853, faltarían al Colegio Civil decenas de estudiantes, decididos a olvidarse de sus complicados deberes y dedicar esa tarde a la diversión. Iban de un lugar a otro, muy animados por su escape de las aulas.

En su deambular por las calles, se toparon cerca del río Querétaro a un grupo de gitanos acampando. Entre ellos se encontraba una gitana que se acercó al grupo para ofrecer adivinarles la suerte. Divertidos, tendieron uno a uno la mano para enterarse de lo que les traería el futuro. Mas, Simón, uno de los estudiantes, un chico callado y algo penoso, no tendió la mano. Aunque la gitana se acercó a él para pedírsela, trató  rápidamente de ocultarla, hasta que ella se la tomó violentamente mientras que Simón trataba de retirarla poniéndole cualquier excusa.

Al fin, Simón tendió la mano para no parecer descortés y la gitana contempló las líneas de su palma. De pronto una expresión de espanto se dibujó en su rostro y anunció: “Recuerda, son las seis en punto de la tarde, hoy es 13 de julio de 1853, dentro de treinta años, no más, morirás sin remedio.”

Por un momento, todos los estudiantes que les rodeaban a ambos, curiosos por ver qué ocurría, guardaron silencio, después uno a uno se soltaron a reír.

Indignada se retiró la gitana, y el grupo siguió recorriendo las calles. Simón les seguía serio recordando lo que le había dicho la gitana. Comenzó a oscurecer, y poco a poco regresó cada uno a su casa. Pero quedó profundamente grabado aquel suceso en la mente de Simón.

Pasó el tiempo y Simón obtuvo su licenciatura. Como obsequio recepcional, sus padres le dieron un fino reloj, que tenía sin embargo el pequeño defecto de adelantarse un poco, y aunque le llevó para que fuese arreglado, nada pudo hacerse, y  Simón acabó acostumbrándose a tal hecho, llegando siempre con anticipación a sus citas.

Pronto se casó y tuvo algunos hijos que crecieron muy sanos. Se acercó entonces 1883 y la predicción comenzó a hacerse presente en él. Desde principio de año, don Simón comenzó a organizar sus asuntos para dejar todo en orden. Su testamento, sus papeles, el negocio.

Pronto pasaron los meses y llegó julio, mas don Simón se sentía aún con buena salud. La mañana del día trece, se levantó para ir al templo más cercano y confesar todas sus culpas. Por la tarde se encerró en su despacho para que nadie le molestase. Llegaron por fin las seis en punto. Don Simón lo comprobó mirando su fino reloj que marcaba la fatídica hora, pero nada parecía pasar. Se sentía en perfectas condiciones y llegó a asumir que entonces aquella predicción tan sólo había sido un engaño.

Feliz, salió corriendo de su despacho a sacar una botella de su mejor vino para brindar con los suyos, quienes no lograban comprender lo que ocurría.
Del viejo reloj público se desprendieron entonces seis campanadas huecas, y en ese momento, don Simón se desplomó ante su esposa e hijos, quienes después se propusieron a poner en orden todos los papeles del difunto. Encontraron todo en orden y también un pequeño papel que tenía anotado “13 de julio de 1883, a las seis de la tarde”. Que nada explicaba, pero mucho dijo a la familia.

Esta leyenda es una versión condensada de la leyenda que narra al escritor y abogado Don José Guadalupe Ramírez Álvarez y que aparece publicada en su libro «Leyendas de Querétaro».

La Gárgola de Cantera

Frente al recién construido templo de San Agustín, 1745, vivía una rica familia, cuya hermosa hija pasaba tiempo sentada en el marco de una de las ventanas de la casa, admirando todos los días cada rincón del templo. Dirigía una silenciosa oración y volvíase a mirar todos los hermosos detalles hasta que su mirada llegaba a la gárgola que emergía agresiva arriba del pórtico..
Pasado el tiempo dedicado a la contemplación, cerraba su ventana y continuaba con sus tareas.

Una tarde que se encontraba ella sentada de nuevo en el marco de la ventana, su mirada chocó con la de un apuesto joven que la miraba desde el pórtico del templo, y, sin prolongar el momento, anticipó su retirada y cerró la ventana.

Al día siguiente, abrió de nuevo la ventana para encontrar al joven, pero aunque él le llamaba mucho la atención, volvió a retirarse.

 Así ocurrió por varios días. El joven incluso llegaba a acercarse para declararle su amor, pero la joven solamente cubría su rostro con un fino pañuelo de encaje. Y parecía no importar la insistencia del joven, así que un día, se acercó de nuevo a la ventana para anunciarle a su enamorada que no acudiría más a verle, pero que treparía hasta la gárgola y, si ella no sacaba y agitaba su pañuelo para pedirle que viniese, se lanzaría al vació, privándose de la vida por el desconsuelo de no obtener el amor de la joven.

Ella cerró su ventana y fue a su habitación. Corrió entonces de nuevo hacia la ventana, pero aunque buscó, no encontró el fino pañuelo. Sintió un repentino temor por su enamorado allá haciendo equilibrio sobre la gárgola. Pasaba el tiempo y de pronto se escuchó un horrible crujido. La gárgola no había soportado el peso del muchacho y había caído junto con él. La enorme pieza de cantera se hizo pedazos al caer, quedando cubiertos por la sangre del hombre en el suelo.

Una multitud de gente rodeó el lugar y se preguntaban por qué el joven se habría suicidado. Horrorizada la joven cerró su ventana y corrió hacia su habitación, donde se echó a llorar, corroída por el remordimiento.

Esta leyenda es una versión condensada de la leyenda que narra al escritor y abogado Don José Guadalupe Ramírez Álvarez y que aparece publicada en su libro «Leyendas de Querétaro».

El Callejón de Guadalupe

Visitaban al atardecer los bachilleres José Pornes e Ignacio Frías la Sala Capitular del templo de la Congregación de Clérigos Seculares de Santa María de Guadalupe. Contemplaban la hermosura de pinturas de los que habían sido importantes para la Congregación.

Avanzaba la tarde y ambos se dispusieron a abrir el balcón que da al Callejón de Guadalupe. Salieron y contemplaron desde lo alto la callejuela de suelo peñascoso, pero no hicieron mayor caso al asunto.Continuaron la conversación, que comenzó a ser más animada. El bachiller Ignacio Frías se recargaba sobre el barandal de madera que rodeaba el balcón. Disfrutaban de las últimas luces de la tarde, todo era calma.

De pronto se escuchó un crujido proveniente del barandal y caía el bachiller Ignacio Frías en el Callejón de Guadalupe gritando y rogando a la Virgen que le salvase. Se escuchó el golpe y todos los vecinos corrieron al sitio de la tragedia, viendo con horror al bachiller entre los maderos caídos.

A lo alto en el balcón, paralizado, se encuentra el bachiller José Pornes. Repuesto de su sorpresa, corre hacia el Callejón de Guadalupe. Más gente comenzaba a acercarse. Muchos medían con la mirada la altura desde la cual había caído y lo daban por muerto.

Llegaron las autoridades e incluso el alcalde para darse a la tarea de retirar el cuerpo, pero para su sorpresa, éste comenzó a moverse. Se levantó el bachiller Ignacio Frías completamente ileso ante el asombro de todos.
Fueron entonces hacia el templo de la Congregación, seguido por sus hermanos y el alcalde para dar gracias por el milagro.

Esta leyenda es una versión condensada de la leyenda que narra al escritor y abogado Don José Guadalupe Ramírez Álvarez y que aparece publicada en su libro «Leyendas de Querétaro».

Noches con La Hiena de Querétaro

Tras el divorcio de mis padres me mudé de Guadalajara a Santiago de Querétaro para continuar con mis estudios y alejarme del ambiente hostil de mi familia. Buscando casas en renta por internet, encontré una vivienda muy accesible. A pesar de que no se encontraba cerca de mi escuela, el precio me pareció ideal ya que era yo quien iba a pagar la renta ese semestre. Me puse en contacto con el vendedor de la casa y ese mismo día se cerró el trato. Me extrañó que fuera tan rápido, sin embargo, no le presté mucha atención a ese detalle, ya que lo que quería era alejarme lo más pronto posible de mi hogar.

Después de varios meses de trámites logré arreglar todo para irme y así lo hice. Al momento de llegar a la colonia de Jardines de la Hacienda, entré a la calle ¨Hacienda Vegil¨ que es en donde se ubica la casa. Busqué el número 408, sin embargo, no lo encontré. Así que decidí tocarle a uno de los vecinos preguntando por él y con una cara de sorpresa señaló una casa con fachada blanca muy descuidada, le agradecí y me dirigí al lugar.

Este se veía algo diferente que en las fotos ya que al momento de entrar sentí una vibra fría y un escalofrío que nunca olvidaré recorrió mi cuerpo. Con el pasar del tiempo y a pesar del aspecto lúgubre que tenía mi nuevo hogar me sentí feliz y tranquilo de ya no tener que pasar por más discusiones familiares.

Todo parecía empezar a mejorar hasta que una noche en el cuarto mes de mi estadía, un llanto de bebé me despertó a las 4:00 am, al principio no le di importancia ya que yo tengo un hermano menor y en mi antiguo hogar usualmente me despertaba con sus lloriqueos, pero al momento de percatarme que estaba completamente solo, se me heló la piel. El ruido cada vez se hacía más fuerte y parecía que era más de un llanto. No me atreví a bajar esa noche. Recuerdo encerrarme en mi cuarto, ponerme audífonos y escuchar música con los ojos cerrados hasta que se hiciera de día.

Cada vez se volvían más frecuentes los sucesos extraños dentro de la casa, a veces se oían risas de niños, pero eran más las veces que se oían gritos y llantos. Prefería pasar más tiempo afuera de la casa que dentro. Solo llegaba para cenar y dormirme. Un día uno de los vecinos, al momento de verme salir me dijo: ¨si alguna vez se te ofrece algo, no dudes en decirme ¨, esto me extrañó bastante y por un instante me dieron ganas de contarle lo que estaba viviendo, pero casi no interactuaba con nadie dentro de la zona y no quería quedar como loco.

Mi última noche dentro de la casa es la que más me atormenta hasta el día de hoy, eran las 3:00 am y como siempre me despertaron esos llantos desgarradores, harto de la situación, por primera vez desde que llegué, decidí bajar las escaleras en donde me encontré a tres niños. Eran dos niñas y un niño, todos tenían heridas fatales y el más pequeño de los tres no tenía brazo. Se me quedaron viendo con ojos de decepción, era una mirada devastadora que me llegó al corazón.

Salí corriendo de la casa y le toqué al vecino sin siquiera pensarlo dos veces, al momento de salir, le conté lo que había pasado. Él me contó que la casa en la que vivía era la casa en dónde Claudia Mijangos, también conocida como la ¨hiena de Querétaro¨, en un ataque de locura había asesinado a puñaladas a sus tres hijos. A partir de ese día no volví a poner un pie en esa casa y hasta el día de hoy sueño con la mirada de los niños gritando auxilio, desde lo profundo de su corazón.

Este 24 de abril de 2019, ella cumplió con su sentencia de 30 años en la cárcel y es libre de nuevo.
 
Esta leyenda fue narrada por César Navarrete R. Estudiante del ITESM, Campus Querétaro.

El Tesoro de Maximiliano en Bucareli 

Cuentan los viejos del poblado de Bucareli, en Pinal de Amoles, Sierra Gorda de Querétaro, que Tomás Mejía, militar conservador, nació en una familia indígena otomí de recursos precarios.

Su verdadero nombre era José Tomás de la Luz Mejía Camacho y se dice que cuando andaba huyendo, regresó a su tierra natal de Bucareli para esconderse. Su plan era llevarse al Emperador Maximiliano por toda la Sierra Gorda Queretana hasta salir al mar por Tampico. Pero todo le falló y lo mataron en Querétaro. 

También se dice que su cadáver está sepultado en lo que ahora es el Ex Convento de Bucareli. Cuentan en este lugar, que Mejía trajo dos cofres llenos de perlas, oro y plata que eran las joyas del Emperador Maximiliano; y que los cofres quedaron en manos de los frailes. 

 

Con estos recursos, los frailes costearon la obra de construcción del Ex-convento de Bucareli. Al paso de los años únicamente permaneció en la obra Fray Bernardo, por lo que la comunidad siguió trabajando en la iglesia grande. Tiempo después, llegó a Bucareli el padre Paulino, hombre  muy joven y enamorado, traía pistola y le gustaba retarse con los del pueblo. Cuando se casó, se fue de Bucareli, llevando consigo las joyas y los cálices de oro pertenecientes al Tesoro del Emperador Maximiliano. 

El Cerro de la Media Luna

En este cerro, que forma parte de la cadena montañosa de la Sierra Gorda de Querétaro, en la Sierra Madre Oriental, ocurrió un suceso memorable: el sacrificio voluntario de indígenas jonaces, primeros habitantes de esta región, que antes de ser dominados por los conquistadores, se lanzaron desde los peñascos mas altos prefiriendo perder su vida.

Existe en el municipio de Pinal de Amoles un cerro de regular altura y elevados acantilados que por su figura es nombrado «Media Luna». No posee grandes bosques ni adornos naturales, pero como todo en nuestro suelo, tiene una hermosa leyenda, de tiempos de la Conquista.

Por el año 1531, se acercaban los conquistadores procedentes del pueblo de Querétaro, donde estaba asentado el Caudillo Conín con su ejército. Un jefe de familia Chichimeco oyó decir a sus congéneres que los conquistadores venían sometiendo a todos los de su raza a la Corona de Castilla, de agrado o por la fuerza. Así que antes de perder su libertad y condenar a su consorte y a su pequeño hijo a la esclavitud, fue al teocalli frente a sus dioses y ahí, de pie, ofrendó a su mujer y a su hijo  con unas palanganas de mastranto coronadas de zempazúchiles.

Al mismo tiempo que se acercaban los dioses barbudos acaudillados por Conín, el indio héroe de la leyenda, haciendo reverencia de cuerpo ante aquellas deidades de tosca figura, pedía su mujer de rodillas, exhalar ante la ofrenda de oloroso incienso, haciendo signos con el sahumador en dirección a sus dioses. Y tomando de la mano a su compañera e hijo les dijo: «Baxá; Nextí nextí» que significa (vámonos, corre presta).

 

Y con el semblante demudado por la tribulación de su espíritu, su larga cabellera descompuesta, la macana en su diestra y su hijo en la siniestra, se dirigió al más alto acantilado del Cerro de la Media Luna, no sin dirigir a los conquistadores que le seguían una mirada terrible y desafiante.

Llegó finalmente al borde del pináculo seguido de cerca por sus perseguidores. Entonces, levantando los brazos y en ofrenda de sacrificio a sus dioses, tomó a su compañera de la cintura y la arrojó al vacío exclamando «Badá Dabá» (anda con Dios). De igual modo, tomó a su hijo y lo arrojó al precipicio, derramando gruesas lágrimas que se perdieron en el profundo acantilado.

Al llegar los conquistadores, dejóse oír un último y más acentuado estruendo en el fondo del barranco, producido por el cuerpo del héroe al chocar con una grande y escarpada peña. Por un espacio de tiempo permanecieron los conquistadores contemplando aquel cuadro desolador que dejó en su mente y para siempre, esta sentencia filosófica – patriótica: «Primero muertos que esclavos».

El Cerro de la Media Luna

Existe en el municipio de Pinal de Amoles un cerro de regular altura y elevados acantilados que por su figura es nombrado «Media Luna». No posee grandes bosques ni adornos naturales, pero como todo en nuestro suelo, tiene una hermosa leyenda de tiempos de la Conquista.

Por el año 1531, se acercaban los conquistadores procedentes del pueblo de Querétaro, donde estaba asentado el Caudillo Conín con su ejército. Un jefe de familia Chichimeco oyó decir a sus congéneres que los conquistadores venían sometiendo a todos los de su raza a la Corona de Castilla, de agrado o por la fuerza. Así que antes de perder su libertad y condenar a su consorte y a su pequeño hijo a la esclavitud, fue al teocalli frente a sus dioses y ahí, de pie, ofrendó a su mujer y a su hijo  con unas palanganas de mastranto coronadas de zempazúchiles.

Al mismo tiempo que se acercaban los dioses barbudos acaudillados por Conín, el indio héroe de la leyenda, haciendo reverencia de cuerpo ante aquellas deidades de tosca figura, pedía su mujer de rodillas, exhalar ante la ofrenda de oloroso incienso, haciendo signos con el sahumador en dirección a sus dioses. Y tomando de la mano a su compañera e hijo les dijo: «Baxá; Nextí nextí» que significa (vámonos, corre presta).

 

 

Y con el semblante demudado por la tribulación de su espíritu, su larga cabellera descompuesta, la macana en su diestra y su hijo en la siniestra, se dirigió al más alto acantilado del Cerro de la Media Luna, no sin dirigir a los conquistadores que le seguían una mirada terrible y desafiante.

Llegó finalmente al borde del pináculo seguido de cerca por sus perseguidores. Entonces, levantando los brazos y en ofrenda de sacrificio a sus dioses, tomó a su compañera de la cintura y la arrojó al vacío exclamando «Badá Dabá» (anda con Dios). De igual modo, tomó a su hijo y lo arrojó al precipicio, derramando gruesas lágrimas que se perdieron en el profundo acantilado.

Al llegar los conquistadores, dejóse oír un último y más acentuado estruendo en el fondo del barranco, producido por el cuerpo del héroe al chocar con una grande y escarpada peña. Por un espacio de tiempo permanecieron los conquistadores contemplando aquel cuadro desolador que dejó en su mente y para siempre, esta sentencia filosófica – patriótica: «Primero muertos que esclavos».

Noches con La Hiena de Querétaro(COPIA)

Tras el divorcio de mis padres me mudé de Guadalajara a Santiago de Querétaro para continuar con mis estudios y alejarme del ambiente hostil de mi familia. Buscando casas en renta por internet, encontré una vivienda muy accesible. A pesar de que no se encontraba cerca de mi escuela, el precio me pareció ideal ya que era yo quien iba a pagar la renta ese semestre. Me puse en contacto con el vendedor de la casa y ese mismo día se cerró el trato. Me extrañó que fuera tan rápido, sin embargo, no le presté mucha atención a ese detalle, ya que lo que quería era alejarme lo más pronto posible de mi hogar.

Después de varios meses de trámites logré arreglar todo para irme y así lo hice. Al momento de llegar a la colonia de Jardines de la Hacienda, entré a la calle ¨Hacienda Vegil¨ que es en donde se ubica la casa. Busqué el número 408, sin embargo, no lo encontré. Así que decidí tocarle a uno de los vecinos preguntando por él y con una cara de sorpresa señaló una casa con fachada blanca muy descuidada, le agradecí y me dirigí al lugar.

 

 

Todo parecía empezar a mejorar hasta que una noche en el cuarto mes de mi estadía, un llanto de bebé me despertó a las 4:00 am, al principio no le di importancia ya que yo tengo un hermano menor y en mi antiguo hogar usualmente me despertaba con sus lloriqueos, pero al momento de percatarme que estaba completamente solo, se me heló la piel. El ruido cada vez se hacía más fuerte y parecía que era más de un llanto. No me atreví a bajar esa noche. Recuerdo encerrarme en mi cuarto, ponerme audífonos y escuchar música con los ojos cerrados hasta que se hiciera de día.

Este se veía algo diferente que en las fotos ya que al momento de entrar sentí una vibra fría y un escalofrío que nunca olvidaré recorrió mi cuerpo. Con el pasar del tiempo y a pesar del aspecto lúgubre que tenía mi nuevo hogar me sentí feliz y tranquilo de ya no tener que pasar por más discusiones familiares.

Noches con La Hiena de Querétaro(COPIA)

Tras el divorcio de mis padres me mudé de Guadalajara a Santiago de Querétaro para continuar con mis estudios y alejarme del ambiente hostil de mi familia. Buscando casas en renta por internet, encontré una vivienda muy accesible. A pesar de que no se encontraba cerca de mi escuela, el precio me pareció ideal ya que era yo quien iba a pagar la renta ese semestre. Me puse en contacto con el vendedor de la casa y ese mismo día se cerró el trato. Me extrañó que fuera tan rápido, sin embargo, no le presté mucha atención a ese detalle, ya que lo que quería era alejarme lo más pronto posible de mi hogar.

Después de varios meses de trámites logré arreglar todo para irme y así lo hice. Al momento de llegar a la colonia de Jardines de la Hacienda, entré a la calle ¨Hacienda Vegil¨ que es en donde se ubica la casa. Busqué el número 408, sin embargo, no lo encontré. Así que decidí tocarle a uno de los vecinos preguntando por él y con una cara de sorpresa señaló una casa con fachada blanca muy descuidada, le agradecí y me dirigí al lugar.

Este se veía algo diferente que en las fotos ya que al momento de entrar sentí una vibra fría y un escalofrío que nunca olvidaré recorrió mi cuerpo. Con el pasar del tiempo y a pesar del aspecto lúgubre que tenía mi nuevo hogar me sentí feliz y tranquilo de ya no tener que pasar por más discusiones familiares.

Todo parecía empezar a mejorar hasta que una noche en el cuarto mes de mi estadía, un llanto de bebé me despertó a las 4:00 am, al principio no le di importancia ya que yo tengo un hermano menor y en mi antiguo hogar usualmente me despertaba con sus lloriqueos, pero al momento de percatarme que estaba completamente solo, se me heló la piel. El ruido cada vez se hacía más fuerte y parecía que era más de un llanto. No me atreví a bajar esa noche. Recuerdo encerrarme en mi cuarto, ponerme audífonos y escuchar música con los ojos cerrados hasta que se hiciera de día.

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